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El motivo de mi nueva reflexión es en torno al EL DÍA DEL NIÑO que se celebra el próximo domingo 08 del mes en curso. Hace varios días hemos estado escuchando, a través de los medio de comunicación, que vamos a celebrar "al rey de la casa" ; "al regalón del hogar", mientras que detrás de estas frases se esconde un desenfrenado consumismo, el cual presiona a los padres y adultos responsables de nuestros niños y niñas, a hacer compras gastando muchas veces lo que no se tiene. El entorno comercial ya está preparado para ofrecer las mejores ofertas,bajo la mirada incauta de quienes buscan un regalo para "los regalones".
¿Quién tiene el mejor regalo? ¿Cuál es el de mayor valor? Estas preguntas, marcan una celebración que muchas veces se transforma en una pesadilla para los padres porque tienen que endeudarse, ya que el presupuesto familiar no alcanza para el "derroche" que se realiza.

Frente a esta realidad, ¿De qué celebración estamos hablando? Algunos podrán decir que es un gasto que vale la pena hacer porque los niños se lo merecen; otros porque todos lo hacen; otros por el que dirán; otros por no ser menos que el vecino o algún pariente...

Pero, ¿Qué estamos haciendo? ¿Tenemos que esperar una fecha comercial para regalonear a nuestros hijos e hijas? ¿Qué sucede en los otros 364 días del año? ¿Qué sucede con aquellos niños que sufren violaciones a sus derechos fundamentales, que están abandonados a su suerte, los que viven en la calle? ¿Qué sucede con aquellos que no tienen acceso a la educación y a la salud y, lo más grave, los carentes de una familia?
El artículo 4º de la Constitución, en su último párrafo, establece que: "es deber de los padres preservar el derecho de los menores, a la satisfacción de sus necesidades y a la salud física y mental". Están las Declaraciones de los Derechos del niño del año 1959 por la ONU, y el del año 1989, los que en total suman 32 artículos. La Ley los ampara, los discursos de este domingo ciertamente estarán colmados de buenas intenciones y de bendiciones para nuestros niños; pero aún hay una tarea pendiente con aquellos que son vulnerables desde su gestación.

No podemos permanecer indiferentes ante situaciones de desigualdad. Los niños son como el amanecer de cada día, lleno de esperanzas y alegrías; las cuales a veces se ven coartadas por distintas causas. Nuestros niños deberían desarrollarse en un ambiente armónico, lleno de amor, ternura y comprensión; pero sabemos que no siempre se dan estas condiciones al interior de lo que llamamos "familia", y esta realidad afecta a todos los sectores sociales sin distinción. ¿En qué se han trnsformado nuestros hogares? ¿Somos realmente una familia? ¿Por qué se afirma que la familia hoy está atravesando una crisis que muchas veces la fragmenta para siempre?

Queridos lectores, los invito a meditar en torno a lo expuesto anteriormente, saquen sus propias conclusiones, hagan de su familia un espacio donde todos sus integrantes se puedan sentir felices, y se puedan sentir parte importante de su crecimiento.

EL FUTURO DE NUESTROS NIÑOS Y NIÑAS DEPENDE DEL MUNDO EN EL QUE VIVAN, es decir, que los adultos somos los responsables de dejarle un mundo armónico a nuestros niños; o una sociedad marcada por la destrucción, la competencia no sana, el egoís mo, el consumismo desmedido, el poder avallasador...Los adultos somos reflejo para los niños, me preguto ¿Cómo nos verán a nosotros? ¿Nos ven contentos, entusiastas , con alegría de vivir? o nos perciben tristes, amargados, gruñones, mentirosos, tramposos, narcisistas, deprimidos. Si nuestros niños ven que en su hogar sólo existe esta última realidad, ciertamente estarán comprendiendo que llegar a la ´vida adulta, es un desastre, por lo tanto es mejor NO CRECER.

Nuevamente los insto a vivir esta celebración de manera austera, no centremos nuestra mirada en los regalos materiales, sino mas bien nosotros donémonos como regalo a nuestros niños ¿Haciendo qué? Entregando amor, un abrazo apretado, jugando con ellos, diciéndoles de corazón que son un tesoro que queremos cuidar para que sean hombres y mujeres de bien. No tapemos el sol con un dedo, es decir, no tapemos nuestras ausencias, desatinos, incomprensiones con algo material. El amor, la entrega, los afectos no se compran, sino que son un trabajo diario que implica un cambio de actitud en nuestras vidas, ES VOLVER A SER NIÑOS DE NUEVO PARA VOLVER A VIVIR.

Un fuerte abrazo a todos, y sigamos conformando esta red de Vida.

Quique