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Profesor de Estado en Filosofía y Religión , Licenciado en Filosofía,Licenciado en Educación, Magíster en Gestión y Políticas Públicas de Educación.

domingo, 10 de julio de 2011

CUANDO LA ENFERMEDAD ES MOTIVO DE ESPERANZA

Hola a todas y a todos los lectores y seguidores de este blog. Espero que se encuentren bien junto a sus seres queridos, y que estén soportando las bajas temperaturas que nos afectan.
Nadie desea enfermarse, pero somos vulnerables; aceptar este principio es el primer paso para la sanación tanto del alma como del cuerpo. Hoy vivimos en un mundo donde los temas del dolor, la enfermedad, la muerte; no tienen cabida. Todo a nuestro alrededor nos habla de lo contrario: nos ofrecen distintas alternativas para evitar estos males, técnicas para rejuvenecer y no verse viejos, cuidar el aspecto físico para verse vital; los científicos junto con la alta tecnología, buscan afanosamente prolongar la vida del ser humano. Por más cirugías que una persona se realice, el paso del tiempo no se puede detener. Existe una especie de negación por el paso del tiempo, aferrándose a tratamientos que nos aseguran la eterna juventud, la salud y el éxito social.
Los seres humanos somos frágiles, necesitados, la vida misma está atravesada por momentos de felicidad y buena salud, pero también en ocasiones sobrevienen las enfermedades y el dolor que las acompaña. No podemos negar que nuestra existencia tal como la conocemos, en algún momento llegará a su Pascua. Es una realidad inevitable que debemos conversar abiertamente, así como hablamos sobre otras temáticas atingentes a nuestra existencia. La diferencia la hace cada persona en su fuero interno, el cómo vivirla y enfrentarla, va a estar mediada por mis creencias, mis razonamientos, mis experiencias, en definitiva, por mi manera de ver y vivir la vida.
A nadie se le enseña a enfrentar una enfermedad, y menos una que sea de extremo cuidado y largo tratamiento; ya que no sólo afecta al enfermo o enferma, sino también a la familia y a quienes están a su alrededor. Somos una sociedad que siempre niega las palabras fuertes, que intenta arrancar el dolor y evadir la realidad que les toca vivir.
Todos hemos experimentado alguna vez una enfermedad, o hemos tenido que acompañar y sufrir por un ser querido. Al principio hay una negación de la enfermedad cuando me la comunican, luego hay un rebelarse, ahora viene el tratamiento, asumir la tristeza. Suele también ocurrir que el afectado(a) toma la enfermedad como un castigo en relación a cosas que se han realizado en años anteriores. Surgen interrogantes como ¿por qué a mí? ¿qué voy a hacer ahora? ¿cómo enfrentaré esta situación? ¿qué me va a pasar? ¿cómo afectará la enfermedad a mis seres queridos y a mi familia? entre otras preguntas que emergen.
Si la enfermedad se sabe aceptar, a través de ayuda y un trabajo de asimilación, puede transformarse en una NUEVA OPORTUNIDAD de comenzar a vivir de nuevo, y de darle prioridad a las cosas que realmente la tienen; como aprender a valorar el ahora, decir te quiero en el momento, disfrutar de las cosas sencillas del día a día, compartir lo más posible con la familia y cercanos. Una enfermedad nos torna pequeños y necesitados, la autosuficiencia se desmorona, uno se siente necesitado de los demás. Nos cambia la manera de ver la vida, todo se desordena para volver a dar sentido a la vida. Mientras se goza de buena salud uno no medita sobre estos temas, que pena que haya que pasar por estas experiencias extremas, para poder tocar fondo y así cambiar las prioridades.
Como señalé anteriormente, del dolor, se pueden sacar grandes lecciones de vida, es volver a vivir, es una nueva posibilidad para volver a nacer, y toda vida trae consigo esperanza, regocijo, ganas de vivir, deseos de estar bien junto a los seres más queridos. Se convierte en una hermosa posibilidad para unirnos a quien está enfermo(a), revisar nuestras vidas, hacer cadenas de oración, acompañar a quien lo necesita, es entregar la FUERZA DE LA VIDA que se despliega en todas sus anchas cuando se pide con Fe. Los invito a enfocarse en todo aquello que da vida, centrar todas nuestras fuerzas en la esperanza de recobrar la anhelada salud, tanto física como espiritual. Todos estamos de una u otra manera enfermos, pero tenemos la oportunidad de retomar el camino correcto, de apreciar y cuidar la vida que tenemos, de reorientar nuestras prioridades, de trascender nuestra existencia, la cual nos fue dada por pura Gratuidad.
EL ÚNICO REGALO REAL ES VIVIR EL AHORA. Un abrazo a uno de ustedes. QUIQUE

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