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Profesor de Estado en Filosofía y Religión , Licenciado en Filosofía,Licenciado en Educación, Magíster en Gestión y Políticas Públicas de Educación.

martes, 26 de abril de 2011

LA VIDA HA VENCIDO LA MUERTE



Hola a todas y a todos los amigos de este blog. Por problemas técnicos, no se pudo publicar el posteo de la semana pasada; bueno son cosas que suelen ocurrir.

La semana recién pasada, el mundo cristiano celebró la Resurrección de Jesús, el cual es un acontecimiento inaudito, que cambió el rumbo de la historia: ¡CRISTO HA RESUCITADO!. Este mensaje de Buena Nueva va dirigido a todas las personas sin exclusión, independiente que alguien crea en este acontecimiento o no.

Hace un poco más de 2 mil años, hubo un hombre que se atrevió a romper las ataduras del pasado, y dió verdadero sentido a las Sagradas Escrituras. Fue proclamado como Profeta, como erudito, como curandero, entre otros calificativos; sin embargo fue fiel a su misión hasta llegar al extremo de entregar su propia vida por la salvación de la humanidad. La fe es la respuesta creyente del hombre ante el llamado de Dios. Desde esta perspectiva, la fe no se reduce solo a oraciones y cumplimiento de ciertad normas, sino que se transforma en un itinerario de vida para todo el que quiera seguir este proyecto de vida; en otras palabras, el mismo Jesús nos señala el camino para la felicidad y el amor a través de su propia vida: EL SE HACE TESTIMONIO PARA LA HUMANIDAD.

Con la muerte de Jesús pareció que todo había terminado, ya que las autoridades se habían sacado un enorme peso de encima, los discípulos esperaban otro descenlace; en definitiva, toda la carga de esperanzas que habían puesto en Jesús se había derrumbado como un castillo de arena azotado por el mar. Pero a los 3 días se vió a los Once como locos de alegría diciendo: ¡Jesús está vivo, ha resucitado!, y los transformó de cobardes y abatidos, en valientes y entusiastas testigos de Jesús. Si Cristo no hubiese Resucitado, en vana sería nuestra fe. Es verdad que nosotros no hemos sido testigos de la Resurrección, pero este acontecimiento se fue trasmitiendo de generación en generación dentro de la tradición de la Iglesia, hasta llegar a nuestros días.

Si hacemos una analogía, la trasmisión es similar a lo que ocurre en nuestro árbol genealógico familiar, donde nuestros abuelos nos comentan situaciones del pasado, nos dan testimonio de nuestros antecesores, pero no porque nosotros no los hemos visto quiere decir que es una falsedad; al contrario, se convierte en una tradición valiosa que es parte del eslabón de la historia de nuestras familias. ¿qué es lo que se hace aquí? Un acto de Fe, es creer que lo que me están diciendo es verdadero, aunque yo no he sido testigo privilegiado. Como seres humanos, siempre tenemos la necesidad de creer en alguien o en algo, y se puede evidenciar que todos hacemos actos de fe a diario: en nuestros padres, con los hijos, con el compañero de trabajo, con el amigo , etc. le creemos, independiente que me falle o no, pero si no creyéramos no se podrían establecer acuerdos privados o sociales. Si pasamos a otro plano mas trascendente, llegamos a dar el gran salto de fe religioso, y el que quiera puede unirse a algún credo.

¿Cuántas situaciones de muerte vemos hoy en nuestra sociedad? ¿Cuántas situaciones de muerte hay en nuestra familia? ¿Cuántas situaciones de dolor y muerte ocurren en nuestra vida interior? ¿Cuánta gente está muerta en vida? ¿Cuántas personas sólo proyectan odio, rencor, maldad en sus acciones cotidianas? ¿Cuántas veces nuestras acciones están mediadas con un tilde de pesimismo y mala intención? ¿Cuánta vida hay en nuestra vida personal y familiar, o sólo hay oscuridad y muerte? ¿Cuánto hay de Resurrección en nuestras vidas?. Estos son cuestionamientos no fáciles de responder, implica revizar nuestra vida interior, significa mirar hacia adentro para ver cómo está nuestra casa interna, conlleva detenerse para contemplar nuestra vida, significa darse un regalo, un tiempo para renovarse y purificarse.

Dios no abandonó a su Hijo, ya que la última palabra no la tiene el dolor, la desesperanza y la muerte; sino el gozo, la plenitud y la Vida. Creer en la Resurrección es apostar por la Vida, luchar contra todo aquello que la aplaste: el hambre, la pobreza, la desigualdad, la injusticia...No se trata de ignorar los signos de muerte que lamentablemente existen, sino que creemos que la muerte ha sido definitivamente derrotada, la muerte no tiene la última palabra, sino que la VIDA se impone sobre las tinieblas y la oscuridad. Creer en esto, implica un compromiso a nivel personal, familiar, social, etc, donde las voluntades se unen con un solo objetivo de ser anunciadores de la Vida, de defender la Vida por sobre todas las cosas, de ser portadores de esperanza donde ésta no existe, de llevar alegría donde abunda la soledad y la tristeza, de amar la Vida y anunciarla en medio de realidades que atentan contra ella.

Hay algo que tenemos en común creyentes y no creyentes: es la VIDA, nuestra Vida, nuestra existencia; ante lo cual tenemos el deber de hacernos cargo de algo que nos fue regalado desde el momento de la Concepción. No la pedimos, pero ahí está; y de nosotros depende (en gran medida) lo que hagamos con ella. A través de nuestra inteligencia y voluntad, vamos construyendo el edificio de nuestra vida, tenemos todo lo necesario para ser felices; pero muchas veces las circunstancias que nos rodean, hacen que este anhelo se trunque o se demore en obstenerse. El valor agregado que vamos incorporando a nuestro SER, depende de lo que deseamos para nuestra vida, serán los valores y principios que adoptemos ellos se convertirán en los ejes orientadores de nuestro navegar para tener claridad hacia donde queremos proyectar nuestra vida, es ver a que puerto deseamos llegar.

Desde esta plataforma antropológica, podemos afirmar que somos responsables de construir nuestra vida, de sus cimientos y base sólida, para levantar un proyecto de Vida que se sustente sobre base fuerte, o por el contrario, nos atrevemos a perder el tiempo en cuestiones periféricas, que en definitiva nos hacen levantar un proyecto sobre base endeble, la que frente a una mínima dificultad puede sucumbir.

La Vida es para anunciarla, es para agradecerla, es para compartirla, es entrega solidaria, es amor desinteresado, es hacerse cargo de la propia existencia con todo lo que ella involucra; es hacerme cargo de mis actos con todo lo que ello implica, es actuar con responsabilidad frente a todos los acontecimientos que nos toca vivir a diario, desde lo más rutinario hasta los momentos grandiosos o especiales.

LA VIDA ES COMO UN VIAJE POR MAR: HAY DÍAS DE CALMA Y DÍAS DE TEMPESTAD. LO IMPORTANTE ES SER UN BUEN CAPITÁN DE NUESTRO BARCO.

Un abrazo a cada una y uno de ustedes, que tengan una buena semana o lo que queda de ella. Los invito a ser más positivos en la vida, alejen todo aquello que atente contra la paz en sus vidas, y adopten una actitud más alegre y esperanzadora en vuestro actuar de cada día.

QUIQUE

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