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Profesor de Estado en Filosofía y Religión , Licenciado en Filosofía,Licenciado en Educación, Magíster en Gestión y Políticas Públicas de Educación.

lunes, 1 de agosto de 2011

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

Hola a todas y a todos. Espero que hayan tenido un buen fin de semana.
En esta ocasión quisiera compartir con ustedes sobre un realidad que ha ido aumentando en los últimos años, hasta llegar al femicidio. No se si recuerdan que hace algunas semanas atrás, a través de la T.V. mostraron imágenes de una mujer que había sido encerrada en un container como un animal, por parte de su pareja. ¿Por qué tanta violencia? Ciertamente las causas son muchas, y las hemos señalado en posteos anteriores. Este tipo de violencia en particular, es consecuencia de la histórica posición de la mujer en la familia patriarcal, subordinada al varón, carente de plenos derechos como persona. La violencia contra la mujer presenta numerosas facetas que van desde la discriminación y el menosprecio, hasta la agresión física , psicológica y el femicidio (maltrato, violación, abuso, acoso, entre otros).
Ya en el año 1993 las naciones unidas, reconocían la urgente necesidad de una aplicación universal a la mujer de los derechos y principios relativos a la igualdad, seguridad, libertad, integridad y dignidad de todos los seres humanos.
Si hacemos un poco de historia, recordaremos que en la Roma clásica, al patriarca pertenecían los bienes materiales de la familia y sus miembros. Así, la mujer pasaba de las manos del padre a las del esposo, teniendo ambos plena autoridad sobre ella. La mujer estaba excluida de la sociedad, formaba parte del patrimonio de la familia, relegada a la función reproductora y a las labores domésticas. Durante la República y el Imperio Romano, la mujer llegó a conseguir una cierta emancipación: podía divorciarse en igualdad de condiciones con el hombre, dejó de mostrarse como la mujer abnegada, sacrificada y sumisa; y en la relación entre esposos se vio matizada la autoridad del marido. Esto ocurría principalmente en las clases altas y no evitó que la violencia siguiese dándose en el seno del matrimonio dirigida a controlar y someter a las mujeres mediante la agresión física o el asesinato. Durante el período oscuro del medioevo, todo esto desapareció; ya que se levantó una sociedad que rendía culto a la violencia, la cual fue ejercida también hacia las mujeres. Además de cumplir con la función reproductora, constituían mano de obra para trabajar en el hogar y en el campo. Creo que en esto, también las religiones han influido en esta concepción patriarcal (las casadas están sujetas a sus maridos como el Señor a su Iglesia).
La exclusión histórica de la mujer de la sociedad; estando excluida de todos sus ámbitos: el cultural, el artístico, el político, el económico. Todo esto es también otra forma de violencia ejercida contra la mujer.
Fueron las organizaciones feministas en la segunda mitad del siglo XX , las que dieron visibilidad plena al problema de la violencia contra la mujer. Golpes a la mujer, tratos vejatorios, discriminación, trato indigno, falta de oportunidades, desigualdad de condiciones con el hombre, maltrato psicológico, violencia doméstica, etc; van de una u otra forma socavando la autoestima dentro de otras consecuencias que cada uno de ustedes puede añadir a esta lista.
También hay que reconocer, para ser justo, que hay hombres que son agredidos por sus parejas; en menor número de casos, pero los hay.
Encuentro que es una brutalidad y una bofetada al intelecto, el no concebir que ambos somos sujetos de derechos y deberes, y que desde un enfoque de género, ambos deberíamos tener los mismos derechos. Me alegro que este enfoque tradicional esté cambiando, aún falta, pero hay que seguir adelante, hay que ser perseverante. La mujer es tan o más competente que el varón en muchos ámbitos de la vida tanto privada como pública. Que estupidez, el que existan miradas tan básicas que limiten el rol de la mujer en la sociedad. Desde una perspectiva antropológica, ambos somos sujetos con todo un potencial para ser un aporte significativo tanto en el plano personal como comunitario. Es aberrante, como hasta en pleno siglo XXl aún persisten ciertas corrientes y posturas en el mundo, que relegan a la mujer como un sujeto de segunda categoría. Lamentablemente existen culturas que siguen repitiendo conductas bajo el pretexto de un discurso fundamentalista, que en los tiempos que estamos viviendo, no resisten análisis. Posturas dogmáticas, marcados por creencias o tradiciones que respondieron a una época determinada donde se tomaron decisiones equivocadas; se resisten a abrirse a una nueva forma de entender la vida de los seres humanos. La vida de la sociedad se construye en conjunto, con igualdad de condiciones, donde cada uno aporta lo mejor de si a la construcción de una familia y una sociedad donde los principios de la libertad, la verdad, la dignidad, la igualdad y el respeto ; se deberían transformar en la base que sustente cualquier sociedad bajo el alero de la nueva concepción de ser humano y de humanidad que se está levantando en estos tiempos. Con esto, no pretendo agregar palabras para quedar bien con las mujeres; sino sentar un precedente que convoque a la reflexión principalmente de los hombres, para que dejemos estructuras racionales obsoletas, y asumamos ciertos roles que nunca debimos dejar de lado. Que satisfactorio es ver como muchas parejas jóvenes están compartiendo roles propios de la paternidad, de la vida laboral, entre otras. Ya es un avance, pero sabemos que aún hay mucho por hacer. Si lográramos comprender, para después hacerla convicción, y luego convertirla en acción viva sobre el sitial que deberían tener nuestras mujeres en la sociedad; estoy seguro que muchas cosas cambiarían en el estilo de vida que hoy vivimos. Le hemos negado a la mujer el espacio que nunca se le debió arrebatar, porque le pertenece por ser mujer, por ser un ser humano, porque su misión en el mundo es crucial para dar equilibrio a una humanidad que hace rato perdió el rumbo, porque el hombre jugó a ser dios.
Invito a todos los hombres a ser hombres de verdad, y no actuar con tanta bajeza hasta el punto de denigrar a la mujer. Invito a las mujeres a no claudicar en la revindicación de sus derechos como ser humano; y ojalá cada día seamos más hombres los que nos sumemos en esta tarea de construir juntos una sociedad más humana, más civilizada, más justa, más libre y más solidaria. Que seamos capaces de edificar estructuras internas y externas que dignifiquen el género humano; que se levanten posturas que propaguen la igualdad de condiciones, y se comiencen a derribar las murallas que dividen al género humano.
Esta temática da para mucho, espero haber aportado con algunas ideas y reflexiones para seguir el debate y adoptar una voluntad férrea de producir cambios de verdad, tanto a nivel personal como en las estructuras sociales.
Les deseo a tod@s una muy buena semana. Un abrazo QUIQUE.

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